A mediados del siglo XIX, una compañía llamada Western Union
Telegraph Company había tendido miles de
kilómetros de líneas telegráficas en los EE.UU. tendiendo sus cables a lo largo
del paso de los ferrocarriles, las redes telegráficas crecieron y se inició una
frenética carrera entre empresas locales y regionales para conectar entre sí
las principales ciudades del país. Western Union empezó a engullirse a las
empresas de menor porte y al cabo de 11 años, sus líneas llegaban de una a otra
costa de Estados Unidos y su capital había crecido desde los 500.000 dólares iniciales
hasta los 41 millones de dólares, magnitud capaz de pasmar a cualquier Banco en
aquella época según lo menciona Alvin Tofller en su libro El Cambio del Poder.
En una época en que casi todos los mensajes se llevaban
todavía a lomos de caballos o en vagones de ferrocarril, la Western Union
dominaba prácticamente los medios de comunicación avanzados de su época. Sin
embargo, en aquellos tiempos se estaba generando una nueva tecnología que harían
temblar los cimientos de la Western Union. Antonio Meucci científico italo-estadounidense
construyo en 1854 un aparato que permitía trasladar su voz desde su oficina (en
la planta baja de su casa) hasta su dormitorio (ubicado en el segundo piso),
debido a que su esposa estaba inmovilizada por el reumatismo, a este invento lo
denomino Teletrofono. Antonio Meucci
hizo público su invento en 1860 a través de demostraciones locales pero
lamentablemente carecía del dinero suficiente como para patentar su invento.
Fue así que en 1876, Alexander Graham BeIl luego de una
serie de investigaciones y demostraciones patentó el primer Teléfono, Bell
trabajó en la idea de la transmisión del habla desde los 18 años; en 1874,
mientras trabajaba con un telégrafo múltiple, desarrolló la idea de lo que
sería el Teléfono. Thomas Watson fue el colaborador de Graham Bell, el 10 de
marzo de 1876 concluyeron sus experimentos y dieron a conocer su invento
durante una demostración en la Exposición del Centenario en Filadelfia. Influyentes
visitantes como el emperador Pedro II de Brasil pudieron observar el invento.
Después, Bell tendría la oportunidad de mostrarle personalmente el teléfono a la
reina Victoria I del Reino Unido, quien pidió una audiencia privada en el
Castillo de Osborne, en su hogar de la isla de Wight. La reina calificó la
demostración de extraordinaria. El entusiasmo que rodeaba a las demostraciones
en público de Bell ayudó a la aceptación del revolucionario dispositivo.
Sin embargo, la Western Union intentó ridiculizarlo como si
de una moda pasajera se tratara. Pero a medida que la demanda pública de servicio
telefónico crecía, la Western hizo patente que no iba a renunciar a su
monopolio. Se suscitó un enconado conflicto y la Western Union hizo todo cuanto pudo por destruir la nueva
tecnología o por lo menos apoderarse de ella.
Western Union tenia
el monopolio de las servidumbres de paso para tender sus cables a lo largo de
!as carreteras y de los ferrocarriles y tenía instalados sus telégrafos en
todos los principales hoteles, estaciones de ferrocarril y oficinas de
periódicos de EE.UU., en condiciones que prohibían la instalación de teléfonos
de la empresa Bell Telephone Company, creada por Alexander Graham Bell y sus
socios en 1877.
A pesar de todo sus intentos, la Western Union fracasó (en
gran medida por la creciente necesidad de mejores comunicaciones que el mundo
empresarial necesitaba) y el Teléfono reemplazó poco a poco al Telégrafo de tal
forma que en determinado momento la otrora poderosa Western Union dejo de lado
el servicio de Cables Telegráficos. La
transferencia de dinero se convertiría en su actividad principal hasta nuestros días.
El poder de Bell Telephone Company creció de forma imparable.
Luego de una serie de fusiones y adquisiciones llego a convertirse en la poderosa Amerícan Telephone
& Telegraph Company (AT&T). Si
bien es cierto que Antonio Meucci es considerado en la actualidad el inventor
del Teléfono, también es cierto que Alexander Graham Bell fue quien lo
convirtió en un medio de comunicación de masas.
Al igual que las grandes corporaciones, los Partidos Políticos
se apresuraron a adoptar el nuevo invento de Bell. Los teléfonos permitieron
rediseñar la estrategia a seguir en una campaña electoral. Permitieron operar y
hacer coordinaciones sobre una zona geográfica mucho mayor. Los Jefes de
Campaña Nacional tenían la posibilidad de hablar directamente con los jefes
locales y la comunicación oral permitía transmitir mucho mejor la información
–gracias a la entonación, la inflexión y el acento– de lo que permitía el “bip-bip”
del código Morse.
Es así que una de las campañas electorales que echaron mano
de toda la tecnología de su época fue La elección presidencial de 1896 en los
EE.UU., específicamente la campaña del candidato Republicano William McKinley la
cual se centró en su Casa de Market Street en Canton (estratégicamente cercana
a una estación de tren para recibir a las delegaciones visitantes), que los
McKinley alquilaron para su uso en la campaña de 1896 como un lugar desde el
cual llevar a cabo su estrategia de campaña llamada “Front Porch” (es una estrategia de campaña electoral discreta utilizada
en la política estadounidense en la que el candidato permanece en casa para
pronunciar discursos a los partidarios que vienen de visita. El candidato en
gran medida no viaja ni hace campaña de manera activa) Las exitosas campañas
presidenciales de James A. Garfield en 1880, Benjamin Harrison en 1888 y
William McKinley en 1896 son quizás las campañas “Front Porch” más conocidas.
Si bien en el inicio de la contienda el Partido Republicano asumió que la victoria
sería fácil debido a que pensaban que el Partido Demócrata se encontraba
debilitado, especialmente después de la aplastante victoria republicana sin
precedentes en las elecciones al Congreso de 1894. La respuesta emocional a
nivel nacional a la candidatura del Demócrata William Jennings Bryan lo cambió
todo. Para el verano, parecía que Bryan estaba por delante en los Estados del
Sur y el Oeste y probablemente también en los Estados del Medio Oeste.
Bryan
decidió que su mejor oportunidad de ganar las elecciones presidenciales era
realizar una vigorosa gira nacional de discursos en ferrocarril. Su ardiente
retórica cautivaba a grandes audiencias y pensaba que eso haría de su campaña
una historia de interés periodístico que la prensa hostil tendría que cubrir.
Ademas, podría hablar con los votantes directamente en lugar de a través de
editoriales. Fue el primer candidato presidencial en cruzar de este a oeste los
EE.UU. y conocer a los votantes en persona.
La
novedad de ver a un candidato presidencial visitante, combinado con la
fascinante oratoria de Bryan, generó grandes multitudes. En cada parada de tren
era recibido con celebraciones de desfiles durante todo el día, música de
banda, comidas campestres, discursos interminables y demostraciones
inquebrantables de apoyo. Bryan centró sus esfuerzos en los Estados del Medio Oeste, que todos coincidieron en que
sería el campo de batalla decisivo en las elecciones. En solo 100 días, Bryan
pronunció más de 500 discursos. Su récord fue de 36 discursos en un día en St.
Louis. Con solo unas pocas horas de sueño por noche.
En
contraste con los dramáticos esfuerzos de Bryan, McKinley llevó a cabo una campaña
innovadora llamada de “Front Porch” desde su casa en Canton, Ohio. En lugar de
que McKinley viajara para ver a los votantes, su Jefe de Campaña Mark Hanna
llevó a 500.000 votantes en tren a la casa de McKinley. Una vez allí, McKinley
recibiría a los hombres en la entrada de su casa. A diferencia de Bryan,
él no salía a la calle, pero desde los escalones de la entrada hablaba casi a
diario, a menudo varias veces al día, con las delegaciones visitantes y la
prensa.
A través del telégrafo y el teléfono, incluidos los nuevos
servicios telefónicos de larga distancia, McKinley estaba en estrecho contacto
diario con su director de campaña, Mark Hanna, y con la sede republicana en
Nueva York y Chicago. Dawes era el principal ayudante y confidente de McKinley
en Chicago. Osborne era la "mano derecha" de McKinley en Nueva York. McKinley
ordeno instalar un telégrafo, así como un teléfono (tecnología de punta en 1896)
en su casa para poder estar en permanente contacto con su equipo de campaña. Dawes
y Osborne disfrutaron de una correspondencia íntima con McKinley y su jefe de
campaña, Mark Hanna (considerado por muchos el primer consultor político moderno
de la historia) quien también tuvo una participación importante en la recaudación
de fondos para la costosa campaña electoral de McKinley logrando recaudar una
suma de 3 millones de dólares de la época.
Su
bien organizado personal preparó tanto los comentarios de las delegaciones
visitantes como las respuestas del candidato, enfocando los comentarios en el
tema asignado del día. Los comentarios eran enviados a los periodistas y
telegrafiados a todo el país para aparecer en los periódicos del día siguiente.
McKinley y sus trabajadores de campaña también hicieron uso
de esta tecnología para mantenerse al día con las últimas noticias sobre el
oponente político de McKinley, William Jennings Bryan. Además, McKinley y su
personal utilizaron estos elementos para planificar sus movimientos políticos
Mckinley y su equipo de campaña instalados en su casa de Canton, Ohio, una imagen tomada del libro Complete Life of William McKinley and Story of his Assassination de Marshall Everett |
McKinley
calificó las reformas sociales y económicas propuestas por Bryan como una seria
amenaza para la economía nacional. Para asegurar la victoria, Hanna pagó a un
gran número de oradores republicanos (incluido Theodore Roosevelt) para viajar
por la nación denunciando a Bryan como un radical peligroso.
Así pues,mientras Bryan recorría el país, cada vez más cansado y afónico en cada
parada del ferrocarril, McKinley permaneció en casa, dando la bienvenida a los
visitantes con sendos discursos en la entrada de su casa mientras que la prensa agradecía el no estar tratando de seguir el ritmo del candidato demócrata
itinerante. El día de las elecciones McKinley recibió un poco más de siete
millones de votos mientras que Bryan un poco menos de seis millones y medio. Lo
cual represento el 51% y 46% de los votos respectivamente.
La lucha por el voto electoral a fines del siglo XIX obligo
a los partidos políticos a incorporarse rápidamente a las tecnologías de su
época. Los políticos y sus equipos utilizaron las Tecnologías de Información y Comunicación
(TIC´s) cada vez más para desplegar sus campañas. Cada nuevo adelanto tecnológico
sirve como una herramienta poderosa de apoyo en las formas y medios de
comunicación que se utilizan en las campañas políticas. Ese poder radica
justamente en la generación, procesamiento y transmisión de la información de
una manera mucho más rápida y eficiente.
Mediante el uso de estas tecnologías,
el curso de las campañas electorales se modernizan y en el siglo XX se
incorporaran otras tecnologías como el Cine,
la Radio, y más tarde la Televisión. Y el Teléfono seguirá siendo una tecnología
importante en el desarrollo de una campaña electoral.
Bibliografia:
Conlin, Joseph R.2014. The American Past A Survey of
American History Volume II: Since 1865 Boston: Wadsworth
Everett, Marshall 1901. Complete Life of William McKinley and Story of his Assassination. Memorial Edition USA
Glad, Paul W 1964. McKinley, Bryan and the People. Philadelphia : Lippincott
Jones, Stanley L. 1964. Presidential Election of 1896. University of Wisconsin Press USA
Rove, Karl 2016. The Triumph of William McKinley: Why the
Election of 1896 Still Matters SIMON & SCHUSTER, New York
Toffler, Alvin 1990. EL Cambio del Poder. Plaza and Jones
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